EDITORIALES


EL COLOR DE LA VIOLENCIA


Triste, deprimente el espectáculo que vemos en las afueras de los estadios de Colombia,  grupos de vándalos, de los mal llamados hinchas persiguiendo con piedras palos y punzones a otro grupos de jóvenes del equipo contrario o a cualquier desprevenido que use una camiseta distinta a la de ellos ¿Es este el espectáculo más grande del mundo? O es   el negocio más lucrativo de la historia vasado en la ignorancia de muchos o en la degradación de una generación embebida en el discurso y acciones del o  de los gobernantes de turno.    Qué lejos esta aquello que  el deporte es salud, cultura e integración. Criticamos y hablamos de los Argentinos y de las hordas ebrias de alcohol de Europa  que siembran de terror  la tierra que pisan disque por amor a la camiseta y a los colores patrios,   y somos la más vulgar imitación de ellos.   No tenemos sentido de pertenecía, no sabemos que somos ni para donde vamos. Somos un colchón de retazos, curramberos, cachacos, paisas, caleños ¿Que somos?  Bestias sedientas de sangre y ebrias  de venganzas ¿No somos cartageneros orgullosos de nuestra herencia histórica, deportiva y cultural. Nunca escuchamos de Melanio Porto Ariza y mucho menos de Napoleón Perea Castro una incitación directa o indirecta en clásicos beisboleros, Atlántico- Bolívar, Bolívar -Córdova. Rivales de siempre en la pelota chica. Hoy cualquier alcornoque con buena impostación,  o relación política, tiene licencia para tomar un micrófono e incitar a la retaliación por el partido pasado o enarbola un falso y tendencioso regionalismo buscando cubrirse con un ramplón y barato populismo que termina siendo el detonante para la violencia dentro y fuera de los estadios del país.es hora de hacer un alto en este camino de odio y dolor que  se alimenta en la tv y sus series que hacen una apología al crimen y la barbarie, a la prensa escrita y sus mensajes tendenciosos y fuera de tono, a la radio y a sus payasos pagados por grupos políticos o económicos que solo hablan o  publican lo que  a estos y a sus intereses convenga sin importar quien  escucha o ve y como impacta en la mente de este. Un  estado que solo busca enriquecerse y manipular a la opinión pública a su gusto usando los medios de forma descarada y enmarcada en sus conveniencias económicas políticas o guerreristas, y usan el  deporte como sofisma de distracción sin medir que el veneno ingerido lo convierte en un boomerang que termina en contra de el mismo y de la sociedad y un  estamento familiar desfasado ,sin principios éticos ni valores humanos donde el entendimiento el dialogo y la convivencia yacen en el fondo de baúl de la abuela carcomido por el comején de los intereses particulares, la conveniencia y el egoísmo.      


 


Autor

ENRIQUE SERRANO LOPEZ
Gestor cultural De la Universidad Del Atlantico


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